Conforme

 


05-02-2012

Pax Hotel. Hasselt.

            No ha repetido ni un camarero. Todos los domingos una cara nueva. Siempre hombres. A las 8 de la mañana abierto con las calefacciones funcionando y yo siempre en la misma esquina, con mi despliegue (una vez vaciados los bolsillos). Me falta el periódico en español para que sea perfecto. El café no está malo, la terracita calentita y mientras espero a mi compañero de los domingos, sigo escribiendo.

            Éste andaba el otro día con un libro de caligrafía clásica, el otro haciendo números… siempre entre libros y papeles, parece interesante. Es un hombre de unos 50 años, parece divorciado o soltero… y triste. Yo supongo que pareceré lo mismo pero 20 años menos. Siempre sólo, leyendo o escribiendo, despeinado y un poco dejado de la mano de dios.

            Y hablando de dios y cambiando de tema, esta semana he conocido a alguien. No es belgicana. Es una bloggera de Tarragona. Mi próximo viaje a España voy para allá a verla. Me apetece cambiar y no ver a aquella reina belga que me quitaba el sueño y me hacía rellenar páginas en blanco por doquier.

            Todo aquello se acabó, se arrancó de cuajo por voluntad monárquica, y yo; plebeyo de mi, acaté el dictado. Supongo que ha ayudado el temporal para congelar esos sueños. Eso, y que la realidad se alejaba infinitamente de ellos. Ahora la realidad acompaña, pero no ha mis sueños, aún congelados; me acompaña en las noches desvelado por su conversación, me acompaña en las mañanas sin dolor de espalda gracias a sus curaciones de reiki. Me acompaña, que se agradece y mucho.

            Lo que no entiendo es mi parálisis, mi conformidad con este estado tan profundamente cotidiano. No lo puedo achacar a la distancia. ¿Es algo demasiado real, quizás?. Supongo que soy yo, al mostrarme tan natural, tan distinto a este blog de mis amores, tan…

(Aquí viene mi compañero cincuentón, las 9 en punto)

… quizás tuviera tantas ganas de hablar de mis cosas, de compartir mil cosas más que el maldito trabajo, que se me olvida que la gente no vive como yo (en una maldita habitación de hotel). Quizás tengo que ser así, quizás, como la dije ayer; esté madurando (a mi manera) y una sonrisa, el placer de charlar, un café cibernético… me siente tan bien, que llanamente; estoy volviendo a tener una rutina como en Valladolid; cosa que me gusta. Y con ello he llegado a estar conforme.

            Reconozco que me falla el deporte y el fumar, pero dadas las temperaturas de -14® todos los días. El deporte al aire libre queda descartado de momento, con el paseo matutino y mis escaladas diarias a tejados belgicanos, queda el cupo lleno. Ya tendré tiempo de ponerme en forma.

(Se acaba de caer un chaval de la bicicleta, por el hielo. Se levantó como una flecha y desapareció)

            Creo que me voy a la habitación 51, calentito; además ayer me acosté tarde y necesito una siesta después de desayunar (o algo parecido).

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