Palabras sin humo

2014 09 23 Dejando el vicio de fumar por otros más beneficiosos, empecé a recordar esas tardes que decía a mi madre que me iba a estudiar a la biblioteca… esos días en que el humo acompañaba los bares, creando un ambiente asfixiante y bohemio (o eso creía yo), esas tardes lluviosas en las que sacaba cuatro libros de poesía de la Biblioteca de San Nicolás y me acercaba al Vacceo, compraba un paquete de tabaco, un café con leche, sacaba el cuaderno y leía… leía sin escuchar, leía para escribir, para acercarme a mis sueños entre fotografías en blanco y negro de desnudos abiertamente insolentes y lascivos… Era el siglo veinte, era tiempo de bonanza, eran años de juventud despilfarrada entre cigarros, cachis y besos… Eran tiempos en los que costaba estar solo. Y yo buscaba mi momento, lo necesitaba tanto como el zumo exprimido que me hacía mi madre todos los días antes de comer… me quitaba la tos, los miedos, la gripe y las pesadillas… Allí, entre el humo del tab...