Haruki Murakami en Kafka en la orilla

 


Lo de menos es la historia de un adolescente que se va de casa, demasiado joven como para valerse por sí mismo. Lo de más es un lugar, con una piedra plana que nos simboliza a todos, mortales e inmortales, en la acuciante búsqueda de un sentido de una vida, que pone demasiadas trabas para ser vivida.

 

Que la vida es una tragedia, no es nada novedoso. Con que te pille Hacienda en un renuncio, empiezas a verlo claro.

 

Murakami es más poético que todo eso y en con la mezcolanza de personajes que podrían ser cada uno definidos como: una característica particular de esa personalidad que todos poseemos o se nos presenta en algún momento de nuestra vida o se nos presupone, a pesar de las apariencias… Nos revela el viaje de una búsqueda hacia la definición de una de ellas (una característica particular), para hacer más llevadero nuestro paso efímero por este mundo.

 

Es la búsqueda de la definición de uno mismo. La tragedia de Edipo, como dice la contraportada del libro, me parece muy sosa, demasiado poca cosa para la dimensión de este libro.

 

Tuve la sensación, pasando de capítulo a capítulo, que saltando debidamente éstos, podías leer el libro desde diferentes perspectivas. Claro se se quedaría incompleto, pero se podría leer. El personaje de la novela, se podría decir que es precisamente la novela al completo. Poner nombre a los personajes, como pone Nakata a los gatos, es una manera de hacernos recordar, a nosotros los mortales, una realidad tan obvia que sin nombrarla, pasaría desapercibida.

 

Quizás sea yo que leo como si Murakami quisiera decirme algo, sí, a mí en concreto. Quizás sea que esa piedra plana la encontré en mi camino cuando iba de la mano de mi madre al colegio, y en ese preciso instante la solté (a mi madre) y sigo viendo en mí a cada uno de los personajes que aparecen en esta novela. ¿Qué será, será?

 

El realismo mágico que se le presupone al autor, es una cultura yokai, una sensibilidad extrema que no está al alcance de muchos… Por desgracia, cada vez menos. Aunque entendiendo la contradicción de que sea un famoso escritor. No veo a la gente que llegue a profundizar en eso que ellos llaman realismo mágico y yo llamaría… ¿vivir con las manos metidas en los bolsillos afrontando las embestidas de los acontecimientos sin el menor reparo, hasta que, sin dejar cicatrizar las heridas, las sacas y pone a las cosas en su sitio; incluyéndote a ti?

 

Bueno, que son las cinco de la mañana de un sábado y ayer sufrí un pequeño desmayo vertebral, no tengáis en cuenta mis palabras y leed el libro. Es una auténtica maravilla, si os gusta poneros música de fondo para leer, elegid a Beethoven y su Trío del archiduque, que su primera interpretación fuera el día del cumpleaños de mi madre en 1814, es sólo una de las múltiples casualidades que tiene la vida, ¿o no?

 

Leed mucho tortolitos y buen sábado.

 


 

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