Todos somos cínicos

 


2021 06 08

 

He leído una entrevista a Eduardo Infante, a raíz de su nuevo libro: No me quites el sol. Yo le entiendo como filósofo y pensador, pero me cuesta aprobar su postura.

 

Invita a ser cínicos, en el sentido socrático de la palabra, es decir, comprometer nuestra vida absolutamente con la verdad y la virtud.

 

Igual de cínico es el punk que el conservador. Hay muchos momentos en que los dos tienen razón. Normalmente, cuando uno se calla y el otro sólo habla, normalmente tienen razón. Sólo hay que darse un paseo por twitter, es muy facilón. Te abres una cuenta falsa y sigues a todos los bandos posibles. Cuando uno grita, normalmente el cínico le responde muy acertadamente en voz baja con una serie de documentación que acalla sus gritos. No voy a poner ejemplos, ahí está, haz la prueba y lo comprobarás.

 

El caso es que necesitar a cínicos para cambiar algo… No lo veo. Las etiquetas siempre fueron malas. Ya les pasó en su tiempo y nuestro tiempo no es tan distinto al de aquella época.

 

Los cínicos ridiculizaron a Platón y no sirvió de nada. Las formas hay que cambiarlas y, siguiendo con el ejemplo de twitter, no han cambiado nada. Diógenes de Sinope contestó a Alejandro Magno: “Sí, no me quites el sol”, que da título al libro ya mencionado; y no cambió para nada la visión del mundo. Alejandro, educado por un Aristóteles “pijo” y acomodado, supongo que se quitaría para dejar que le diera el sol. Nadie triunfó y lo más importante, nadie enseñó o hizo cambiar el parecer del otro.

 

Buscar el consenso es difícil. Indultar a anti demócratas es algo muy serio dentro de una democracia. El pueblo no necesita estrategias políticas, necesita hechos que le cambien su vida a mejor, si es posible. No quieras recibir subvenciones para el sector del automóvil y a la vez hagas intransitable el centro de tu ciudad; no quieras pertenecer al ejercito más poderoso del mundo y compres tanques de la segunda guerra mundial; no des subvenciones a las energías limpias y quedes sin luz a los hogares de tu pueblo; no pidas aplausos para el personal sanitario y…

 

… yo, como ciudadano español asalariado, tenga que irme a la capital, a un hospital privado, a que me hagan dos resonancias para mirar mi problema de salud. No vivo en un pueblo apartado de la meseta castellana, vivo en una ciudad con más de medio millón de habitantes.

 

Las cosas no cuadran y todos podemos ser buenos cínicos en un momento dado. El ladrón, el oprimido, el poderoso, el desabastecido, el acomodado y el sin techo, el macho ibérico, la feminista. Necesitamos otra cosa, las palabras, escritas y/o habladas, se las lleva el viento o se pierden entre millones de datos en los servidores. Ahora no se queman, se dejan en el olvido que es peor. Ahí nadie las busca, a nadie le llama la atención y se difuminan. Dar premios nobel post mortem; no llama la atención tanto como un partido de preparación de la selección española con los suplentes. Las muertes que se producen alrededor de unas elecciones democráticas, se acallan con un relato de una viejecita vacunada.

 

Hay que inventarse algo y no acudir a lo que falló hace siglos para cambiar el mundo. Los platónicos tienen aún más poder que antes, es una batalla perdida de antemano. Entiendo que se quiera buscar ejemplo pero, terminar la entrevista con un: “no todos tenemos el deber de ser héroes”, me suena a derrota anticipada.

 

Tendrá más razón que un santo este Eduardo, pero hay que hacerse con el poder para desmantelarlo. Sin recursos no hay victoria posible. Las mentiras piadosas están infravaloradas, quizás porque las cantó uno que no tenía pelos en la lengua. Y te pregunto ¿de qué te acuerdas, de sus entrevistas o de sus canciones? Pues a eso me refiero. Siempre hay que sacrificar algo o alguien para alcanzar la victoria y esto es tan cínico (a lo griego), como cínico (ahora) es decir que con cambiar una bandera, lo tenemos todo arreglado.

 

Feliz semana, con la bobada, se me ha pasado ver los Simpson, ¡Cago en la mar!

 

 

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