Erotismo

 


2021 12 26

 

Una vez se ha pasado mi espíritu navideño estos días por el forro. Y agradeciendo en extremo a Omicron, su inestimable esfuerzo. Pasemos a hablar de forma alegórica de mi espíritu erótico festivo, mal llamado perversión.

Acudo al tractatus de Bataille.

Así dice Georges Bataille. «El erotismo» Pp 195 -196 “! Qué bueno es permanecer en el deseo de exceder sin ir hasta el extremo, sin dar el paso!”*

O se advierte en Jacques Lacan:

Del goce nadie sabe nada que pueda ponerse en palabras, del goce poco se puede filtrar y ser susceptible de nombrarse, no hay letra que nombre tal experiencia ni existe en el universo del lenguaje su justo y pleno significante. En el goce el único que sabe es el cuerpo.

¿Por eso yo lo mato en el trayecto?

Me excedo en intentar transcribirlo y… ¿Lo hago pecado, pesado?

Estoy muy de acuerdo en que Sade o el de 50 sombras no han inventado nada… Me remito a las orgías romanas, bacanales donde como mi Don Quijote ficticio, (que he mandado a un certamen literario) se revuelca con una Dulcinea ebria y colman su sed con excesos varios…

¿Pero entonces dejamos el erotismo para la carne? ¿Pierde el tiempo el poeta al dignificar el cuerpo amado? ¿Se confunde el erotismo que es seda, con la pornografía que es pleonasmo en sí misma?

Me gusta la frase que escribe Bataille*. Es lo más parecido al poeta en su templo amurallado, donde solo existe su portátil (estamos en el s. XXI) y el ruido ensordecedor de una imagen en su cabecita, tratando de ser transcrita. Dar el paso y hacer de su imagen una performance, tanto para el poeta, como para el pintor es un delito…

Por eso, cuando todo empieza al revés, el arte se lleva la peor parte. No aparece. Sin embargo, si se trabaja en su recinto amurallado y en un momento dado, la musa viene a visitarle. Es alimento de sangre para el vampiro sediento. Crea adicción, y hace crecer su creación.

Supongo que debo cambiar mi manera de pensar…

Debo reprimir mi creatividad y enfocarla en otros temas más… rentables. Voy a adelantar una escena de mi inventiva y pasaré de Sócrates a Descartes y luego a Nietzsche. Como un caballo desbocado en un tablero de ajedrez.

Enfocaré mis ideas en el campo de la razón y justificaré cada uno de mis deslices eróticos, como meros achaques por una educación reprimida bajo los focos del clero.

 

 

 

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