Cris visita al psicólogo

 


2022 01 03

 

¿No quieres hablar conmigo lo que hablas con tu psicóloga?

Pregúntale si no debes hacerlo. Sea cual sea la respuesta, pregúntale el por qué. Luego a mí, no hace falta que me cuentes explícitamente lo que hablas con ella.

Volvemos a la pregunta que me hiciste en la expo. Libertad y/o felicidad.

¿Te has preguntado por qué contestamos los dos, cosas distintas?

Tú te sientes liberada, colibrí. Por lo tanto, no necesitas esa libertad. Prefieres esa felicidad que ansías, que vives, que disfrutas cada día… Que sueñas.

Yo soy feliz, pero no soy libre. No soy libre para dejar todo y acunarte cada noche y poder vivir de ello. ¿Te imaginas que cobrara un euro por verso? ¿Igual había dado la misma respuesta que tú, si pasara eso?

Volviendo los pies al suelo.

Yo consultaba lo que el psicólogo me decía, escribía mis propias reflexiones, volvía a consultar con mis amigos (ajenos a ese mundo, al infierno, iletrados en oscuros sentimientos que llevan a las barbaridades que hemos hecho los dos).

Yo tengo en cuenta todo eso en cada palabra que te muestro. En texto y a viva voz.

¡Venga va Ángel! ¿Con lo que hablas?

Sí, con lo que hablo cuando tengo la suerte de estar a tu lado, también.

Hasta cuando me pongo bruto y te digo guarradas. Quiero que lo sepas, porque quizás no lo tengas en cuenta.

Primero eres amiga. Por eso te he contado lo mío. Sin ninguna segunda intención, es una mierda recordar aquello. Madrid está siendo totalmente distinta contigo. No me gustaría revivirlo. Pero si una amiga necesita saber como salir de la mierda, yo me expongo desnudo.

¿Tienes miedo a exponerte ante mí? Normal, lo más normal del mundo. Pero sabes porque te pido que me cuentes las dudas que tienes, porque quiero que confíes en mí cuando tengas un mal momento… Porque con darnos la mano al salir de tu casa basta para que el día sea bueno.

Nos hemos demostrado los dos, que estamos a gusto. ¡Nada de amor ni bobadas de esas maravillosas cosas que dice Rilke! ¿Lo has leído?

Yo esta mañana he llorado.

Te voy a decir porqué, ahora otra vez.

Si hubiera podido estar como estoy ahora, hace veinte años… Hoy podría trasladarme al lado de tu casa, uno de esos que se alquilan… Y apoyarte y quizás, podernos dejar llevar y enamorarnos hasta la médula. Pero no puedo… Por aquellos años los tiré por el retrete.

Fueron uno o dos… Los suficientes para no acabar una carrera y no aprobar lo de bombero… Y no hablo de cuando me conociste, hablo de antes.

Cuando me conociste estaba arreglándome, era mi segundo intento de bombero, el anterior fue mucho antes, antes del desastre, con 21 o 22 años.

A lo que voy. Colibrí. Cara guapa. Pelo enmarañado. No es amor juvenil, es amor sincero lo que siento por ti. No quiero que te enfrentes a lo loco.

Nos creemos tan fuertes a veces… Tan felices en nuestro caminar. Tu estás súper bien rodeada. Pero, desde un te quiero, que es un: quiero que alcances a ser la mujer más feliz del planeta. Siempre falta algo. Siempre falla algo y querría hablar contigo porque lo suavizaría apretándote la mano y besándote. O pellizcándote el culo.

Siempre pasa algo. Tú no ves. Tienes gafas y se te caen o se te olvidan. Eres perfectamente imperfecta. Y es maravilloso. Pero lo mismo que te ocurre con las gafas te puede pasar con cosas que necesitas imperiosamente y te pueden desviar o hacer que dure el proceso, más tiempo del que quisieras. Incluido yo, se lo puedes preguntar a tu psicóloga.

Me lo dices y me voy. Lloro en silencio, dejas de leer mi blog y todos tan amigos.

No me importa desaparecer de tu vida si es necesario para que consumes tu felicidad. Con todo el dolor de mi corazón te lo digo. Pero, mira, tú misma me lo has dicho muchas veces, aunque yo no termino de creérmelo: “Eres bueno Ángel”. No, pero contigo o para ti, sí. A tu lado mejoro.

Es una buena palabra. Aunque va unida al egoísmo y tu caprichismo enfermizo. Pregúntate dónde mejoras, con quién mejoras, cuándo mejoras, qué te mejora.

¿Dónde? En Madrid, perfecto. Cerquita de tu hermanita. Unos días en la playa (llévame).

¿Con quién? Con tu hermana, con tu padre, con tus ligues de internet, conmigo en pequeñas dosis, sola de viaje por Roma… Respóndete. No has probado mi pueblo, te lo recuerdo ;P (esto es que ahora te saco la lengua y te vuelvo a besar). Y sí, me duele enormemente que seas un colibrí (de Tinder o de Gym o de lo que sea); pero es lo que hay.

¿Cuándo? A mí el invierno se me hacía largo. A ti te gusta el otoño y los paseos por el Retiro te sientan como un halago. O te olvidas de todos los males en primavera… El verano (las vacaciones) no cuentan demasiado. Aquí te tienes que preguntar por el día a día.

¿Qué? Viajar en tren. Dar un paseo. ¡Cuidado con el gimnasio! Lo siento, pero algo hablarás de esto con la psicóloga. No sé todo de ti, pero si llegaste a ella, fue por exceso de o, como decirlo, exclusividad de tu retiro o de tu felicidad con tu dosis de gimnasio. ¿Igual me estoy equivocando? Seguimos. Ver una exposición te hace bien, leer media hora cada mañana, NO ver el telediario, NO ver a tu madre, pintar a Frida Khalo…

¡Yo qué sé! Por supuesto, yo no cobro por horas. De hecho, no cobro por versos. NO cobro. Si me dices que no te escriba por WhatsApp, que me olvide de ti y que siga escribiendo como si Sophia me fuese a hacer resurgir… Sigo cantando al cielo estrellado que nos separa hasta que mi voz deje de existir.

Soy capaz de eso. Te quiero. Como amiga, como Sophia, como colibrí, como amante bandida, como compañera de visitas a exposiciones o galas de ópera en cualquier escenario dibujado en Disney Channel…

Pero… y esto después de tu WhatsApp… Debes tener varias opiniones. Aunque tu psicóloga, tu dietista, tu personal coach y tu urólogo vayan por el mismo camino y te convenzan… Yo soy gratis, y aunque pienses que tengo algún interés contigo…

No, estamos muy lejos el uno del otro. En todos los sentidos. Y vuelvo al principio, yo quiero ser libre para ser feliz, lo mantengo. Aunque esta mañana lloré por no hacerte el amor siete veces este finde (no, no fue por eso). Alguna razón te he explicado arriba.

A lo que voy, cuenta conmigo. Y no me vuelvas a llamar “tío interesante” que me haces reír y hago abdominales sin querer… Yo me amoldo a lo que necesites, igual que tú sabes amoldarte al mundo (sin libertad) para ser feliz. Tú eres más lista que yo.

Ves la diferencia. Tú, en ciertos momentos, eres mi felicidad. También esta mañana mi hermana, mi primo… y me amoldo a ellos. Yo te voy a ser fiel, como a mi hermana y mi primo. No voy a dejar de ser “un tío interesante” (hija de tu madre ;P) hasta que tú quieras seguir viéndome así. Tenemos diferentes perspectivas, ¿y qué?  Tú sumaste, cuando yo resté, ya sabes…

¿Me dejas abrazarte esta noche? Lo voy a hacer, aunque estés acompañada de un maromo en tu cama… Eres lo más apetecible, sexualmente hablando, que tengo alrededor… ¡Te quiero un montón colibrí!

¡Eres la más estupenda definición de la cultura! De todo lo que me queda por saber… Que diría Dalí a Lorca…

 

 

 

Entradas populares de este blog

Mil y una entradas

Una madre palestina

Reflexión sin pasión