El mundo al revés
2024 04 07
Hoy se cumplen 47 años de una traición… ¡Es mi
cumpleaños! Ayer escuche un cuento maravilloso, compuesto por la mujer de un
amigo: El mundo al revés.
Los árboles hablaban, nacían las flores más
hermosas, las hadas volaban boca abajo y el tiempo se paraba en la parada de un
autobús… Todo era bonito en la lírica de sus palabras, que, si no rimaban,
sonaban en el viento como versos caídos del cielo que flotaban sin aparente
gravedad acunados en la sonrisa de los niños que la escuchaban.
Yo también sonreí, en exceso, si es que eso existe.
Luego taladré la cabeza a mi primo con el problema
de los tres cuerpos, al igual que tomando el bizcocho de mi cuñado por la
mañana, jugando a Millenium.
Hoy juego al baloncesto, y poco más. El día se ha
levantado con una temperatura espléndida, no sopla el viento, mis dibujos no se
han recogido solos, nadie les ha colgado en la pared… quizás a lo largo del
día, la magia haga su efecto decorador y mi salón se llene de luz.
La magia es un cuento declamado con una sonrisa,
con una flauta travesera que hipnotiza los pasos rápidos y los calmados, por un
sendero repleto de luz, con sus grandes sombras al mediodía; que a veces sirven
de cobijo y otras, simplemente, angustian.
Pero no vamos a traicionar a la vida a estas
alturas.
Ya hemos pasado el ecuador de largo. No estoy más
solo por no tener a mi padre al lado. Mi madre, mi hermana y mis amigos son
suficiente asilo para mis aflicciones. Ya aprendí a refugiarme sin el abrigo de
una mano amiga, ya aprendí las direcciones de todo, y tengo para gasolina…
He traicionado muchas veces a la vida. He bailado
en acantilados profundos, he saltado a gritos entre trincheras, he volado por
los aires en campos de minas… tantas veces, que tengo el cuerpo curtido, molido
y dolorido, pero también atrofiado; lo que me lleva otra vez a los sueños.
Si escucho el cuento apropiado, sigo mi camino. Si
no le encuentro, tengo la capacidad de inventarlo.
No son las 8 de la mañana de un domingo, y ya he
dado un paseo, he publicado unas pocas poesías en mi blog, he desayunado dos
porras, he escuchado a un filósofo moderno… creo que es hora de tumbarme en la
cama a leer.
Para escribir mundos al revés, hay que haber vivido
mucho. Para hacer sonreír a los niños, hay que apreciar su infancia como
refugio y raíz que absorbe las sonrisas como abono para un jardín sin límites, infinito.
Traicionar su idealismo es el mayor pecado.