Peor que en la Inquisición

 


2024 04 14

 

Es triste escuchar las noticias de última hora de un domingo por la mañana, y ver que la preocupación geopolítica es más importante que las víctimas y damnificados de esos ataques.

No he vivido una guerra, no estoy seguro de no llegarla a vivir.

No hay trincheras para esconderse de los intereses proclamados por algunos. Quizás ese paso al lateral no sea el correcto, pero lo de los pasos al frente, sin pisarlo ni de lejos, con las espaldas cubiertas… No me da miedo, me da asco.

Esos gobernantes que hablan desde sus atrincherados despachos a prueba de balas, desde sus atriles resguardados por francotiradores… Tienen la empatía de un juanete en el pie izquierdo de una flamenca en la Feria de Abril frente a los bombardeos entre iraníes e israelitas.

La culpa no es de nadie, el ser humano necesita un acantilado rocoso y virulento, para desacelerar los conflictos bélicos… Desde Trump, hasta el vecino del segundo A.

Mientras, nos conformamos con un gol al final del encuentro para mantener las esperanzas en el ascenso. Mientras, bajamos al parque con nuestros nietos para que los padres tengan un poco de intimidad y puedan discutir sin tener que bajar la voz por los críos. Mientras, leemos un libro en el que se ofende la virilidad de Borges, aludiéndola como justificación a su evasiva a escribir una novela en condiciones… (La novela perdida de Borges de Pablo Paniagua)

Somos privilegiados estúpidos.

La monotonía que da el despertador más caro de la historia (el iPhone 15 Pro Max son 1159 euros) nos mantiene al margen del ruido.

En otro orden de cosas… Los Tres Cuerpos versión china, desde que estamos en guerra, ha perdido encanto. Más o menos desde el capítulo 20, 21… La guerra es aburrida, y además, hoy en día; para nada de valientes.

La guerra desde hace tiempo es poco honrosa. No voy a definir honor, viene en el diccionario. Yo eso lo aprendí en el campo de juego, jugando al baloncesto con amigos y adversarios.

El otro día el número 77 fue un tonto, y se fue sin chocar la mano. Sin más, se lo advertí a mis jóvenes compañeros de equipo, para que ellos no lo hicieran.

Me apetece jugar al baloncesto. He renunciado a pasar por el pueblo a ver un acontecimiento deportivo (Gravel Tierra de Campos), pero me da pereza coger el coche y gastar dinero que no tengo. ¡Cosas de pobres!

Voy a seguir con los sueños proféticos de Lucrecia de León, de la mano de María V. Jordán Arroyo… Estamos peor que en la inquisición. Por los sueños locos de unos pocos, todos los demás nos vamos a la mierda.

La extinción es la única solución. La extinción de más de la mitad, sin duda. Ya vendrán otros a joderla, de eso estoy seguro.

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