Disparas audaz una flecha
Disparas audaz una flecha
Que en cierto momento
Me puede matar;
Apuntas y luego disparas
Un fuego venenoso
Capaz de acabar
Con una sesión
De intensos clamores
Que hicieron del niño
El recto chaval.
Clamores
Venidos de un templo
En que los vasallos
Podían pensar y comentar
Fervientes dolores reavivados
Por la brisa que corre
Imperecedera, por entre
Las columnas corintias
Cargadas de sangre,
Esos templos en que los jardines
Servían para que los sabios
Enseñaran a priori y a posteriori
La naturaleza de las cosas
Y maravillosamente, para que dos
Enamorados, cuales fuere
Se besaran las manos pudorosamente
Adivinando en su pulcro acto
Un venenoso escalofrío.
¿Por qué hay gente como tú,
Que intenta arrasar
-presurosos- lo que otros
Con sumo cuidado
Han intentado, fervientes,
Educar por doquier?
Es que acaso tienes miedo.
10-Noviembre-1996