Érase una vez
Érase una vez
Un oasis a lo lejos
Enmascarado en dura
Y áspera atmósfera.
Mi camello y yo
Oteamos el paraíso
Merecedor de adoración.
¡Estábamos sedientos!
Duro camino nos aleja
Del altar luminoso
Que separa la vida
De la muerte.
La arena se humedece
Y las matas asoman
Del árido y seco
Desierto amarillo.
Cruzado el abismo,
Descansamos desnudos
En sus aguas transparentes.
Sofocados del camino,
Invocamos a Alá
Por su generoso regalo.
8-Febrero-1997