Un día triste

 


Sábado, 12 de diciembre de 2009

           

            Tengo el cuerpo fatal… y ninguna vida social, son las 5 y media de la mañana y me acabo de despertar, con dolor de muñeca y hombro; me da miedo hasta ponerme a andar, no sea que me haya quedado sin piernas…

            Voy a ver si me pego una ducha, desayuno y me olvido de que hoy es sábado y no le voy a disfrutar, me olvido de todo y de todos y termino el día en silla de ruedas. Así se me apagan los sueños, así no me vuelvo a enamorar, así sólo tengo ganas de no despertar una mañana… muerte dulce. E irme a otro lugar, donde el hedonismo sea el culto que seguir, donde los males no se sepan ni pronunciar, los pesares no se hayan inventado aún y las desgracias sean lo más parecido a una simple falta de ortografía.

            Puedo morir en tu veneno, pero morir a gusto; así morir, no tiene ningún sentido, ni de superación personal, ni de nada.

            Buen día a tod@s y que lo disfrutéis. Yo no. 

…………………

            Y en efecto, no lo he disfrutado nada, ha llovido todo el día, y todo el día hemos estado trabajando, por lo menos nos hemos tomado un café calentito a mediodía… Qué triste, que eso sea noticia.

            Por lo demás, ahora intentaré leer algo, seguir pasando las cosas más inteligentes del inteligente libro que estoy leyendo y mañana más, porque han comprado lonas para trabajar debajo de ellas… pero es lo que hay; hasta que vuelva a España, esa España mía, esa España que vosotros disfrutáis y yo no. Ahhhh!!! Nos han quitado los radiadores, porque gastamos mucho, ahora solo tenemos el aire acondicionado a 31°, ya lo que faltaba, no poder estar calentito cuando llegas a “casa” empapado…

            ¡Cuánto echo de menos a mi mamá! Venga nos vemos. Y otra cosa; Pietro se está saliendo en todos los sentidos; un gran tío, lo que pasa que yo no puedo secundarle, por lo que me dijo mi padre entre otras cosas… ¡¡Pero ole sus huevos!!

 

P.D. escrita hoy 29 de enero de 2017: Un día triste en Italia.

 

 

Entradas populares de este blog

Mil y una entradas

Una madre palestina

Reflexión sin pasión