Ya estamos en Valladolid

 


2013 08 08

Ya estamos en Valladolid otra vez... se acabó Bélgica, Antwerpen, Liege, Hasselt, Charleroi, Andene...

Esperemos volver algún día. De momento tengo la habitación hecha un cisco y toca colocarse.

Lo único seguro es que este domingo lo tengo completito... semifinal senior de baloncesto por la mañana, cañitas y comida de tapas; partido de fútbol con los amigos por la tarde y como colofón, la mitad de estos últimos vamos a apoyar al Valladolid para poder jugar contra Messi el año que viene.

Sólo me falta hacer el amor como diría el otro, pero para eso no me hace falta tanto. Fui a tomar una caña ayer, la vi detrás de la barra, la acompañé a casa con su hermanito y punto canuto. Quién necesite algo más que vaya al médico, es un pervertidoooo.

Voy a colocar cómics y libros... después de trabajar un poquito sigo con la ropa... ya entraré en detalles cuando tenga tiempo...

Ahora a leer... digo a colocar!!!

2019

Hace seis años ya del fin del periplo por Europa. Queda atrás mi pelea con los phrasal verbs y demás descalabros de la historia. Ahora llevo una pulsera que es el símbolo de mis ancestros más cercanos y la cuna de mis mejores amistades con la bandera de un pueblo que no conocen en Bruselas.

Sigo enamorado de aquella chavala y de muchas otras. Soy un pervertido convencido y fiel a cada una de las curvas que marca una mujer que no sean mi hermana y mi madre y aunque el baloncesto no lo practicamos, lo seguimos amando (como el sexo; a distancia y en videos HD)… Pero también al Pucela, que ahora ya está en primera y con presidente de renombre. Pero también el trail que por aquel entonces creía que era hacer el cabra por el monte en moto de cross…

Allí, en Bélgica; me compré unas zapas adidas y empecé a correr por la ciudad que nos acogió, Hasselt; por su puerto, por sus calles. No tenía Garmin ni Polar ni la mejor mochila del mercado para meterme entre sus bosques, pero allí, supongo; empecé con eso del running… y hoy, seis años después ando cojito por mis excesos de subir al monte y bajarlo sin la precaución que deberían dar los años, pero con diez pares de bambas; unas para asfalto, para 10K, para 20K, para grabilla, para barro y para roca húmeda y seca…

Las adidas se las dejé a un mendigo en el Prat (pero eso es otra historia).

Sigo colocando mi cuarto en mi ciudad natal y buscando acoplarme a ello. Sigo colocando el trastero del pueblo y jugando con los niños que los amigos hicieron mientras yo viajaba por el centro de Europa.

Para hacer el amor no hace falta tanto. Volver a casa, volver al pueblo y seguir amando a los mismos más sus nuevos mejores amigos (sus hijos). Quien no se conforme con eso y con subir al monte y cantar Love of Lesbian a voz en grito, que vaya al médico: ¡Es un pervertidoooo!

Entradas populares de este blog

Una madre palestina

Mil y una entradas

Reflexión sin pasión