¿A qué huele la
2019 04 02
Me lo han preguntado millones de veces, más nunca respondí.
Desconocimiento, inseguridad… Como ya he dicho en otras ocasiones: ahora es el
momento. No digo que las respuestas que doy sean universales, dogma de fe o
cosa parecida…
Nunca me habían hecho este tipo de preguntas y como dicen
los budistas: “el maestro encuentra al alumno cuando está preparado”. Yo creo
que es tan simple como eso.
Atrapa con las puertas abiertas mientras te susurra al oído
que huyas, alertando de su peligro, pero su aroma interrumpe tu huida entre
esquinitas, es un cultivo de geisers de esos que encandilan con su
presencia, cuyo tupido valle arde a mil grados celsius pero aun así, tú te
adentras descalzo. Con ansias y con la seguridad de sondear aquel paraje sin
derretir… Y claro un paso en falso y llega la catástrofe.
En un principio te crees afortunado, dichoso; al instante no
ves la salida, retrocedes, te hundes, te disfrazas de vapor de aire. Nada, no
hay escapatoria.
Ya no sientes tus órganos, no eres más que aire entre ese
vapor alquímico que inhalas y te transforma, te degrada, te hace ver visiones,
te vaporiza y te confunde con la nada…
¿A qué huele la cárcel?
Sólo puedo decir que inhales profundamente, cierres los ojos
y asciendas o te hundas o sueñes…
La cárcel de su cuerpo no es comparable a nada, entra y
siéntelo en tus entrañas.