Virus

 


2020 02 11

 

Vaya días que hemos tenido después del pódium en Santovenia… ¡¡Qué efímera es la gloria!!

 

La Copa se nos fue de las manos y vino a ellas como júbilo para mis sentidos un poemario de un amigo ya jubilado; el mismo día que otra presentaba lo propio en Íscar. Luego la Copa de Dubai se quedó sin sus grandes clásicos (eliminación copera de Barça y Madrid) y un virus colonizó mi cuerpo por reírme de las desgracias ajenas, supongo; yo no le invité a que viniera.

 

Al revés, invité a otra amiga, pero por lances del destino, ella no quería nada conmigo… Y me corté el pelo, se me fue la fuerza y perdí la oportunidad de ver en directo a mi equipo de baloncesto el domingo por miedo a que acabaran todos con la epidemia que me hace tambalear las canillas y estallar la cabeza…

 

Me perdí el resurgimiento de mi equipo, me perdí un buen polvo y si no llega a ser porque me pagan, me pierdo esta semana de trabajo… Pero mola levantarse a las cinco de la mañana a ver la superluna y tiritar hasta que suena la bocina que nos manda a casa a disfrutar de un coñac con leche y diez ibuprofenos.

 

Mola que te digan cuando tu cabeza no carbura que pasan de ti, porque este ahora sí, ahora no; no convence a nadie… Sí pero no. Desde el siglo pasado, no el XXI, el XX; creo poco en el amor y si encima te lo pintan como es ahora casi todo, pues menos…

 

Me explico.

 

Ahora casi todo son prisas y mira que me gustaba a mí antaño acelerar las cosas; pero ahora las prisas son para las mil cosas que tienen que hacer todos a diario menos yo. ¿Mi vida se ha simplificado tanto como para ser aburrida? Quizás sí.

 

Las obligaciones que tengo a diario se limitan a mi jornada laboral y tener algo “fácil” en el frigorífico para engullir y poco más… Los demás entre familia de sangre por lo alto y por lo bajo, obligaciones laborales, pareja, amigos y ocio; las veinticuatro horas se les hacen paupérrimas. Yo parezco un jubilado con ocho horas obligatorias ocupadas por prescripción médica para dormir adecuadamente.

 

Lo que no entiendo, es lo del ahora sí, ahora no mío… Cuando me llaman acudo raudo. Contadas ocasiones he dicho que no a una cita con mi sexo o con el contrario. Es verdad que he limitado mi actividad física porque no quiero ponerme como Hércules antes de derrumbar las columnas. Es verdad que he dicho que no a un vermú con mi familia por llevar a cuestas un virus que podría colonizar sus casas y derribar los sólidos cimientos de una catedral…. Pero poco más. No sé decir que no. Es verdad, que me cuesta proponer cosas a los demás, pero… Vuestras vidas andan demasiado comprimidas como para ser yo la gota que colme el vaso…

 

No sacaba la calculadora en la EGB, pues ahora menos. ¿Te cuadra un partido de squash? Voy ¿Te cuadra que te pase a ver un rato después del trabajo? Voy ¿Te cuadra una caña después de mi carrera del domingo? Voy… Allí me planto, pin pam pum y cada uno después a su rebaño...

 

Eso sí, me niego a afirmar que mi vida es aburrida. A pesar de que mis deseos son pocos, no son menores.

 

Aburrirme leyendo cuentos, historias inverosímiles, poliamores y versos es mi santo problema.

Gastar el dinero en cómics, pokemon y una entrada para ver a mi equipo de baloncesto es mi forma particular de pagar impuestos.

 

Aguardar a los fines de semana para sentarme a leer blogs o seguir madrugando para hacer unos kilómetros o ir al gimnasio, es mi lúdica elección.

 

Si encima veo que sois felices con lo que hacéis… Esa manera intratable de pasar por la vida haciendo mil y una cosas sin parar una tarde a no hacer nada… No pretendas que el rato que esté contigo, hago planes de futuro. Tu ritmo, tu vida; mi ritmo la mía. Cuando quieras me llamas, sabes dónde estoy, pero igual que yo no pretendo cambiar tu vida con mi presencia, no alteres mis planes por un clásico de fútbol que me la trae al pairo…

 

Yo voy, me tomo dos cervezas y punto, no voy a ir a celebrarlo a la Cibeles porque tu mujer te haya dado el día libre. El domingo corro o el lunes madrugo, son mis planes, aunque no sean tan sonrientes como tu hijo; a mi me llenan igual o más.

 

El caso es que… Estoy desacompasado con el ritmo de vida actual. Lo sé de sobra. Y creo que es uno de mis mejores valores. No sé cómo llamarlo. Me falta mucho por mejorar, pero creo que en un par de años, si sigue la cosa en la misma dirección podré dar la propina a mis primos a escondidas y llegaré a la cúspide.

 

En serio, os adoro; pero mi ritmo es mucho más lento, soy más como el humo del cigarro que me consume… Lentamente me mata, impregnado en mis sábanas, en mi almohada… Sin ánimo de desaparecer de mis pulmones por mucho tiempo… Ahora que el virus me ha dejado o se está yendo (no quiero ser gafe) he aprovechado para leer mis libros de la biblioteca, terminar el de Luis y escribir esta apología por haber perdido un rato de buen sexo, frustrado por un catarro que yo no quería, pero mi falta de sexo lo pronosticaba. Si a eso añado mi bajón físico desde el pódium, todo cuadra.

 

Perdonad esta parrafada, necesitaba escribir sin decir nada… Si supiera escribir cuentos, habría empezado por “Erase una vez...” pero mis mocos, aún pegados a mi nariz, no querían contar nada.

 

 

 

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