¡La divinidad!
¡La divinidad!
Esa
eterna incógnita…
que
quien se atreve
a
describir engaña
al
inconformista que cree,
al
creyente que intuye
que
el descriptor es sabio,
inalcanzable
ya en el tiempo
ya
en el alma
ya
sea en la imaginación desbordante…
pero
le cree.
La
dibujan tan bonita
tan
espectacular, tan odiosa,
tan
cruel, tan extraordinaria…
¿tan
inhumana?
Es
simplemente inalcanzable
divinidad,
igual infinito,
incógnita
sin desvelar,
regla
sin causa ni efecto,
es
tan volátil
es
tan infiel…
¡No
existe! ¡No ha de existir!
La
divinidad no es más
que
carencia, falta de,
temores,
incógnitas sin resolver
a
las que ponemos nombre,
inalcanzables
prototipos no encontrados
en
un solo ser humano al unísono;
es
el nombre que damos,
aquel
que adormece
nuestras
incógnitas…
Lo
nombramos, bautizamos,
idolatramos,
esculpimos, pintamos,
escribimos
libros, invocamos…
por
no utilizar nuestro cerebro,
por
no conocerlo,
porque
nuestros ojos
no
han llegado a verlo,
a
palparlo, a oírlo, a degustarlo,
a
formularlo…
Nos
falta una evidencia
para
saber que hasta ahora
no
hemos hecho otra cosa
que
soñar.
El
divino de Epicuro
la
diosa sin mácula,
no
por ser divina
sino
por llegar a ser
el
ideal humano: feliz.
Nunca
lograrlo no es
una
derrota cualquiera,
no
es algo por lo cual
caer
rodando un precipicio…
Lograrlo
está al alcance
únicamente
del ser humano…
Aún
no es época,
ni
milenio quizás,
quizás
ni si quiera galaxia
donde
llegar a acariciar
ese
ideal…
Mas,
saber cuál es el fin,
tener
la oportunidad de intentarlo,
nunca
saberse derrotado
hasta
la muerte,
con
eso basta…
parece que no…
Esto
lo escribí hace tiempo… Hace demasiado tiempo como para recordarlo. Ahora
dibujo otras divinidades, vanidades que se escapan de las yemas de los dedos.
Entonces
cosifico las cosas.
Relativizo
en sentidos palpables lo divino. Es una forma de acercar ese Olimpo, es un
reflejo para no llorar a moco tendido cuando cruzo la puerta del portal.
Por
eso te pido que abras los ojos y me cosifiques a mí también. El órgano
palpitante necesita oxígeno, el oxígeno devora, pudre, oxida… ¡Ya estamos
oxidados, no perdemos nada!
Quizás
se lleve por un instante el ácido que nos corroe…
Ayer
te pintaste frente al espejo, te reflejaste y te viste… (no me atreví a decirte
nada).
Hay
veces que sólo se puede ser reflejo, instante adormecido que no cae en el
olvido, obra de arte, cosa…
El
ser humano está sobre valorado. No se puede luchar contra molinos de aire en
medio de una tormenta de arena en el desierto.
El
que mira cosifica, es instintivo. Cosificar a una persona es despojarla de la
humanidad, esa que a veces mortifica.
Quiero
cosificarte... quiero que me liberes de mis aspiraciones, de mis frustraciones,
de recuerdos y olvidos insufribles…
Quiero
liberarte del peso de ser humano y desgarrar tus pliegues, tus aristas, tus
quejidos… Sin intención de curarte, sin intención de curarme…
Sólo
un descanso dentro del cruel destino que nos ha tocado, sólo mostrarte que las
obras de arte tienen su momento, su pared en el museo, su cenit en el orgasmo y
luego… Se recuperan en el asilo.
Es
ley de vida. Las obras de arte deben exponerse en privado, cuando tú digas...