El esplín de París de C. Baudelaire

 


2022 06 01

 

Necesito a la nodriza de todos los lunáticos*, necesito acogerme en tu lecho otra vez y acariciar tus dunas durante una noche entera. Saciarme mientras la luna te acuna y yo, quedarme en vela observándote, cegado por el brillo de tu néctar…

 

Necesito escribir 17 poemas en do mayor, un relato de sirenas desposadas por piratas, cuatro estribillos para la próxima canción del verano. Me han pedido también que toque el piano haciendo gárgaras, bailar con zapatos de pasarela de Lady Gaga y dar de comer a la planta carnívora, lechuga de segunda mano…

 

Llevo días acordándome de los versos que te escribí en el visillo de tu salón. Dejé escondidas en la cocina tres marcapáginas con endecasílabos en japonés y romano, entre las páginas con números irracionales de tus libros de cocina asiática. Una carta de amor inspirada en Rilke, con matasellos de los cines Casablanca, siempre en blanco y negro. Cinco haikus dibujando con ternura el Jardín Botánico que tanto te gusta y una obra de teatro Kabuki, sin personajes masculinos, hablan flores robadas de un cementerio gitano…

 

Necesito mandarte un mensaje y recuperar todo, pero no me atrevo. Tiré mi corazón al lado de mi smartphone y no soy capaz de ir al estercolero, hay un monstruo muy grande custodiando la entrada y la luna nueva, ayuda a camuflarse, pero sigo teniendo miedo…

 

Como cada noche que recuerdo tu cuerpo desnudo, siempre con un libro de Baudelaire entre las manos… Tiemblo solo de pensar que me lo tires a la cabeza, y con el golpe, me olvide de ti. No me perdonaría.

 

¿Serías tan amable de mandarlo todo por correo ordinario?

 

Siempre tuyo, un coleccionista de harapos.

 

PD: sólo necesito, de verdad te lo pido, que hagas unas fotos a los versos que escribí en el libro más bonito que he leído este año. Necesito inspirarme. Si lo lees, sabrás de lo que hablo. Lo del principio, ha sido la verdadera posdata, este párrafo es el verdadero mensaje.

Entradas populares de este blog

Una madre palestina

Mil y una entradas

Reflexión sin pasión