Francisco Umbral en Amado siglo XX

 


2022 09 10

           

Buenos días nos de dios, que diría el otro. Que envidia leer a Francisco y querer ser tan arisco como él, tan intelectual, tan palaciego y bandolero de la movida madrileña, o de donde sea. El hombre no es más que un animal político y en cada gesto lo demuestra. No llegar a la altura de la camisa a un vecino y seguir con la cabeza erguida, es de valiente. De valiente ignorante, que es lo que soy yo.

 

            Entiendo que he empezado por lo que más me gusta. Historias pequeñas, anécdotas, glosario de un centenario de años, desde la perspectiva de un columnista, novelista y bajista que quería ser tenor; y lo consiguió. Ayer dejé de ver una película inusual, que ponían en la uno de televisión española, por ir adentrándome en sus ninfas. Mereció la pena no dejarme llevar por el amor de una enfermera de guerra y un soldado que rehusaba disparar al enemigo.

 

            Sigo aprendiendo y escribiendo, durmiendo poco y sobresaltándome, leyendo. Intenté estructurar la novela y ahora pienso una palabra, un título y cuando alguien como Umbral me inspira: escribo. No llego a su prosa, a su ironía, a su verborrea sencilla y punzante. No creo que llegue nunca, pero lo voy a seguir intentando. Coincido en muchos de sus pensamientos, o me dejo llevar por el que más sabe de la clase; que no es como dejarse llevar por cualquiera. Me gusta porque retuerce algo dentro, porque entre puntapiés encuentras un bello soneto o un aforismo que te taladra y te paras a escribirlo en una hoja – que siempre debe de estar cerca – y la memorizas, para poder sacarla algún día delante de tus invitados…

 

            Gracias a mí mismo, por escuchar a amigos que me han llevado a él. Ojalá haga de mis escritos, mentiras tan poéticas que mis contemporáneos entiendan la verdad que se esconde en cada frase y con ello, me haga mendigo de cafés clásicos y anacoreta de tertulias filosóficas en cualquier pueblo castellano, dispuesto a alojar a un poeta.

 

            Leedlo, yo he tardado una vida. Quizás el tiempo necesario.

 


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