Conociéndome a mí mismo
2022 12 20
“Conócete a ti mismo” (del templo de Apolo
en Delfos) = ocupa tu lugar, conocer la posición social en que te encuentras y
acorde a eso, actúa conforme.
Escuchando
la clase del Cármides de las notas a Platón de Ernesto Castro… La sensatez
(autoconciencia) es hacer las cosas buenas… pero hay inconscientes que son
buenos.
…
Lo escuchaba mientras organizaba mis textos, haciendo un trabajo mecánico que
me concedía la posibilidad de escuchar atentamente la clase y me he parado, a
mitad de clase, me he levantado y me he puesto a escribir.
Hoy
tenía planeado otras cosas más performativas, pero por problemas de reparto me
he difuminado y con ello, el día se me ha pasado inadvertido y largo…
El
caso es que al escuchar esto, he pensado… Yo soy ese que debe de saber que no
sabe nada y mostrarme así en una eventual presentación. Sin eludir que leo
clásicos, que leo ensayos y no novelas en la mayoría de las ocasiones. Sin
excluir que me decanto por las novelas en las que la historia (el
acontecimiento) es lo que menos importa… Hablo de Murakami y sus vecinos
japoneses. Sin haber leído nada de realismo mágico del otro lado del océano
Atlántico (Llosa o Allende)…
Mis
referentes son escasos. Mi cultura si cabe menor (por eso necesito posdata para
la poesía, quizás)… Entonces ¿cómo mostrar esas carencias sin denigrarse o
parecer un mendigo?
¡Con
sensatez! Eso no me describe. De ahí el carácter perfomativo que quizás deba
dar a mi presentación (acoplándome al auditorio). Por conocer mis debilidades,
y sin llegar a la retórica, tan odiada por mí… Hacer atractivo esos escritos
que hablan de cosas importantes, pero que, conociendo mis limitaciones, no he
llegado a expresar de la manera más correcta para que otros los asimilen.
No
soy docto en hablar. No voy a ponerme delante del espejo a reconocer mis gestos
y mi lenguaje no hablado y mejorarlo… No es mi intención. Prefiero escribir una
especie de guion y, como ya he dicho antes, acoplarle al registro de los
asistentes.
El
“conócete a ti mismo” venía dado desde una oligarquía, como casi todo y vivo en
Valladolid. Lo que yo diga no es igual de importante que lo que dicen otros,
simplemente por casta (en resumen). Eso lo sé, lo asumo. Desde mi posición,
obrar de la mejor manera posible, esa es la cuestión…
Esto
es mejor hablarlo con otras personas, pero no pudiendo como se había
programado… Necesito de un monólogo, con base en los clásicos. Aunque, por otra
parte, son otros tiempos. No me van a dar cicuta a beber si pervierto a los
jóvenes, si acaso te silencian y te apartan, eso es todo en estos tiempos.
Lejos quedaron (están físicamente) los Estados que te ahorcan por apoyar con
palabras y/o textos lo que a ellos no les conviene. Yo no temo a eso.
Temo
que mis allegados hagan eso… Temo no llegar con mi performance, a más que un
ridículo, solapado por el orgullo de haber publicado un libro. Lo cual no
hubiese hecho sin la inestimable ayuda, de esos que temo perder.
Como
veis tengo un lío grande, y cuanto más leo a otros, escucho diferentes
opiniones de gente ilustrada… Más temores. De ahí que busque ahora el cuerpo a
cuerpo, el cara a cara… Tengo la necesidad de callarme y escuchar gente que “me
ama” y quiere lo mejor para mí. No es osado esto último que he escrito. Si a
alguien pido consejo, no se lo pido a un extraño, o un conocido. Es algo más
íntimo. Tanto él/ella como yo damos todo lo mejor, ni si quiera por el fin
último, que se podría pensar que es vender muchos libros, sino por el hecho de
dar lo mejor a la persona que tenemos delante.
Esa
intimidad se genera con una coca cola cero, o un café, o una carrera de diez
kilómetros (si pudiera hacerlo)…