¿Mis escritos deberían estar

 


2023 04 21

 

¿Mis escritos deberían estar censurados?

 

Hablo de sensibilidades posmodernistas, por llamarlo de alguna manera. ¿A qué llamo yo sensibilidad posmodernista? Hilando con el tema de hace unas horas (entrevista para IKEA), me tomo un Paracetamol y me intento explicar.

 

Desde que se habla demasiado de cosas íntimas, afloran en espacios inéditos. Violaciones grupales en centros comerciales, suicidios de preadolescentes, cultura de la navaja “en las noches de fiesta”; cambios de sexo “forzados”, cuando sólo son preguntas que todos nos hemos hecho… pero también sobornos a nivel nacional, cajas B, C y D de millonarios para millonarios, culpables que forman parte de nuestro vecindario, causas abiertas que dan de comer a abogados hambrientos… pero también anime, astronomía, guerras…

 

Esta sensibilidad posmodernista no tiene paciencia. Resulta extraño que lo diga yo, al que siempre su madre le ha tildado de nervioso e impaciente, pero hilaré con lo de ayer, que me he comprometido con ello. Ayer tuve una entrevista sueca, por lo tanto, mostré mis habilidades sociales, más que mis destrezas para el puesto de trabajo concreto. Los consejos para pasar este tipo de entrevistas son claros: mostrarse empático, receptivo, hogareño (cercano), resiliente e imperecedero.

 

Suena estúpido teniendo en cuenta que lo que nos rodea a diario es lo contrario. Por lo menos, es lo que nos muestran.

 

Yo en mis escritos, trato de mostrar lo feo, y una de mis salidas favoritas para escapar es el suicidio. Me parece de lo más honesto.

 

Pero dicen que afecta a los demás (a su reputación), sin embargo robar el dinero del pueblo, dejar a tu pareja por un pequeño desencuentro, cambiar de sexo prematuramente, defenderse del “agresor” con un puñal en la mano, aceptar sobornos… Eso es lógico, entendible y en algunos casos, valorado…

 

Esa valoración de acciones, a mi modo de entender, equivocadas; nos lleva a como estamos en la actualidad. Ahora, hoy; aceleramos nuestras actividades a diario, para interactuar con mucha gente sin llegar a una profundidad; pero despilfarramos recursos para viajar a Marte o escuchar los sonidos del cosmos. Nos quejamos por trabajar más, pero queremos nuestros derechos cubiertos (salud, educación, seguridad…) de cabo a rabo. Hoy hacemos creer que somos compañeros o que somos la mejor compañía de envíos del mundo y luego no cumplimos con lo establecido como legal o pedimos más horas por menos dinero, o simplemente cuando se despide de nuestro lado esa persona, compañero de trabajo… nos olvidamos; una piedra más en el camino, sin ser obstáculo si quiera, un guijarro en una montaña; inapreciable…

 

¿Te cuesta entender? A mí también expresarme. Quizás porque descanso mal y llevo desde las cinco despierto. Quizás porque reflexionar no está de moda, es mejor actuar y ser clarividente a pesar de los guijarros que nos encontremos. Hay que mostrar una cara, la más adecuada para cada momento, para cada individuo. Y sola hay una, cambiante, según la velocidad que imprimamos a nuestra vida. Si ésta depende de una pequeña pantalla, va antinaturalmente rápido, pero la aceptamos.

 

Mis escritos van de eso, pero no saben expresarse. Deben ser censurados porque hablan de suicidios desde la primera página, deben leerse con miedo porque muestran las zozobras sociales como impunes lacras de devastación del ser humano… Igual no se censuran porque no sé mostrarlo bien, pero van de eso; y por supuesto, de lo contrario.

 

No solo el suicidio es la salida, es una de ellas, pero no la favorita. Quizás sin mucha reflexión sí, o con una reflexión manipulada. Hay reflexiones divertidas, si se las puede llamar así; el personaje de Bungo que se quiere suicidar (Dazai). Vuelvo a usar el término buraiha que ni los japoneses traducen adecuadamente. Se utilizaba para describir a los autores que se distinguían por una actitud de desilusión y alienación frente a la sociedad, con una vida personal de excesos. El mundo literario japones romantizaba su propia historia de frustración.

 

Igual el territorio de luz nunca ha existido, y no está en el ecologismo porque lo mercantilizamos; y no está en el minimalismo porque pertenece a la élite capitalista, lo hacemos diseño exclusivo y lo esclavizamos. Tampoco está en el animalismo, porque se olvida del ser humano y sus capacidades, valores, dones… exclusivos. No está en la vida alegre de la clase media, porque hay otras clases sobre las que se asienta su alegría, provocando todo lo contrario.

 

Estoy cerca de las conclusiones a las que llega Paul Preciado; ese capitalismo fármaco-pornográfico está más cerca de la equivocación más grande del ser humano que defiendo en mis textos. Ese capitalismo le remarcaría como el suicidio de la madre Gaia que nos hace contaminarla y explotarla, produciendo más en un mundo (Gaia o Zamora) limitado… Por supuesto, dentro del capitalismo, enmarcaría los recursos, casi ilimitados, que gastamos en matarnos o minimizarnos unos a otros.

 

El ejemplo de las ojivas nucleares es evidente, a pesar del tratado de no proliferación nuclear. Pero me parece mucho peor aún, la ocultación de unas cosas y la visibilidad alienante de otras.

 

Esa visibilidad morbosa nos lleva a la actualidad. Al suicidio, a las violaciones, a la proliferación de la violencia callejera, a la ocupación de la propiedad privada y pública, saltándose las reglas de juego básicas. Vende más una niña de doce años violada que una niña de doce años superando una enfermedad genética. Vende más la violencia gratuita que educarse en tolerancia. Vende más robar al pobre que esforzarse por paliar esa lacra, con una justicia exenta de presiones ajenas, independiente…

 

Evidentemente mis libros hablan de eso y a la vez lo ocultan. Me siento como ellos, como los que critico, o pienso que lo están haciendo mal… Cambiar el legado es mi objetivo, pero es difícil utilizando el mismo alfabeto que el que dicta el legado equivocado (algo de esto se lo he oído a Preciado). Por eso volver a los clásicos es importante. Manipular el alfabeto desde el comienzo, para crear un legado digno del ser humano, de ser humano. Implementar avances tecnológicos es loable, pero el Consejo de Sabios, consejo ético debe ir por delante; sin embadurnarnos en teorías filosóficas eternas…

 

Hay básicos, como les hay en el armario que nos venden, pero en menor medida. Ser bueno es no hacer mal al de al lado; y aunque parezca muy cristiano o religioso, en ciertas cosas tienen razón. Del matrimonio no debemos escucharles, no saben, no tienen experiencia, pero de caridad, amor, amistad… Por coger valores, no se nos puede llamar creyentes, sino sensatos. Igual pasa con el capitalismo, producir más si somos más bocas que alimentar, es razonable; ahora, tiene que llegar a todos por igual, o por lo menos, que la gran mayoría tengan acceso a esa mayor productividad. Incluso la pornografía puede hacer bien; ¿cuántas parejas se han muerto de aburrimiento?; igual más de la mitad de las parejas asentadas, sólo con un poco de “gracia” pueden aliviar el hastío que lleva a separarlas…

 

Y así con todo ,así desde IKEA hasta la tienda de chuches del barrio, desde el McDonalds hasta la cafetería de la esquina de nuestro portal, así desde el desconocido con el que nos cruzamos en la calle hasta nuestra hermana o nuestra madre…

 

Dar una alternativa, no debe ser censurado. Otra cosa es hacer dogma de lo privado, eso nos ha llevado a matarnos los unos a los otros, desde el comienzo del Big Bang hasta nuestros días.

 

Voy a ver si termino el curso online gratuito que estoy cursando. Ya he apagado la luz del salón y entra un sol, demasiado radiante para las horas que son, tocará viajar en ropa interior por mi casa, no hay necesidad de salir a la calle en ropa interior y mostrar mis vergüenzas a otros, como el último anuncio que me salta de Vodafone; no es adecuado, ni necesario, ni ético, ni un buen ejemplo para seguir progresando como seres humanos.

 

Amén. Pro cierto, dada mi situación laboral, me he apuntado a una carrera popular el domingo… Veremos si la acabo, o hago uso de la sanidad pública… Deseadme suerte, yo prometo no llegar el primero.

 

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