Tu cuerpo
2024 01 28
Es fácil de entender que no haya llegado a nada como escritor. Con
16 años hay que escribir mejor. Seleccionar citas apropiadas para dar forma a
las ideas de un adolescente, recién destetado.
Ahora mismo, sólo se me ocurre una cita, la del filósofo nihilista
por antonomasia: “Un filósofo casado es un personaje de comedia” (cit. en
Brennot, Philippe, El genio y la locura [1]), atribuida a Friedrich Nietzsche.
Soltero, sigo siendo un personaje de comedia. Quizás tragicomedia.
Hoy, a catorce días de la muerte de mi padre; me he despertado a
las cinco de la mañana, y lo primero que he hecho, después de desayunar y
llenar la lavadora con la escasa ropa usada durante esta semana; ha sido
ponerme a recopilar las palabras en forma de poema de hace treinta putos años…
Lo he hecho para no escribir nada, para no dibujar con las dos
manos a la vez, para no limpiar el baño, para no pegarme una ducha, para no
pensar en mi padre, para no escribir a una mujer que no conozco, para no salir
a andar a oscuras, para no terminar un libro romántico…
Me levanto del escritorio,
no se distingue la luna desde la ventana.
La niebla cubre la inmensidad
que nos separa.
No hablo de mi padre. Hablo de un buen polvo. Es así de triste mi
día a día. Ya casi son las ocho, pero no tiene pinta de iluminar el sol.
Necesito otra calidez, las letras no alcanzan a cubrir mi espalda, me pecho se
atasca…
Antes de levantarme de la cama al escritorio, he escuchado un
vídeo: Kitaro Nishida y la lógica de la nada de Darin McNabb de La fonda
filosófica. https://www.lafondafilosofica.com/kitaro-nishida-y-la-logica-de-la-nada/
Una cosa lleva a la otra, y leyendo los comentarios de ese blog he
llegado a la muerte de una actriz porno, protagonista de la versión erótica de
Piratas del Caribe.
Me he teletransportado a la calle Alcaparra, he visto la versión
subtitulada con aquella mujer, y hemos pasado el domingo sin ningún tipo de
remordimiento. El teléfono en silencio y concurso de disfraces sin ningún tipo
de prejuicio.
“Experiencia pura”, idea desarrollada en Sobre lo bueno,
que yo humildemente traslado a una tarde de domingo llena de sexo, la única
forma de silenciarme ante esa mujer.
“Uno de los conceptos más famosos en la filosofía de Nishida es la
lógica de basho (generalmente traducido como “lugar” o “topos”), una lógica
concreta no dualista, destinada a superar la insuficiencia de la distinción
sujeto-objeto esencial a la lógica del sujeto de Aristóteles y la lógica del
predicado de Immanuel Kant, a través de la afirmación de lo que él llama la
“autoidentidad absolutamente contradictoria”.”
Esa autoidentidad absolutamente contradictoria, esa lógica basho
mal entendida, o quizás, llevada a la práctica al extremo, es un domingo
cualquiera lleno de haikus tatuados en el trasero, en las costillas o en su
recién operado pecho…
El “topos” como cuerpo sin adulterar, proceso y deceso de nuestra
experiencia. Alimentado por un deseo un tanto irracional, que lleva a esa
contradicción, de sanar el cuerpo.
El cuerpo como templo de experiencia, como único legado de nuestro
tiempo. La apariencia teñida de un fondo auténtico, un tanto herido, repleto de
experiencias, repleto de suicidios, repleto de vida que compartir…
contradicción sumisa.
La vida va desapareciendo día a día; nuestro empeño es llenar ese
cuenco que sabemos que se resquebraja, y que un día cualquiera, se funde en un
horno, y se hace cenizas.
…
Pero yo venía a hablar de la paupérrima lírica de mis primeros
versos.
Justificar mi soltería por una cita de Nietzsche, me ha llevado a
buscar cobijo en otro cuerpo. ¿No es eso “autenticidad absolutamente
contradictoria”? Yo quitaría las comillas, ya.
…
Enviaré mi carta de amor erótica a aquella mujer que se esconde en
otras sabanas, traspasando la tupida niebla que asola mis ventanas abiertas.
La esperanza es escarcha en la mañana, es café borboteando en una
cafetera italiana, es leer filosofía y entender lo que me da la gana, es poner
una lavadora y esperar que un mensaje en el móvil me haga no tenderla a la hora
indicada…
La esperanza es posponer el día a día por sueños que se cumplen
como por arte de magia.
Un día la dibujaron como bruja montada en una escoba mágica. ¿Qué
la cuesta viajar hasta mi almohada, pedirme que lleve a su casa un litro de
Coca-Cola Zero?
Cuesta asumir contradicciones, cuando el verso – malo o bueno – no
se encuentra entre las obligaciones diarias. Se encontrará entre las drogas más
baratas. Pero hay que ser adicto, como Jesse Jane y su pareja; para morir de
sobredosis un domingo por la tarde, y asumir la lógica aplastante del lunes con
un café tibio, que no sabe a nada, ni despierta, ni nada…
Lo único que me demuestran los versos de hace 30 años es que soy
un puto drogadicto, y me ha salido barato.
A ver si encuentro la película que un día vi en los cines
Casablanca. Una en la que una mujer oriental escribía sus versos en los cuerpos
de sus amantes… ¡Me ofrezco voluntario!
(Podría ser The Pillow Book (Escrito en el
cuerpo) es una película de carácter iniciático dirigida por Peter
Greenaway en 1996, cuyo título hace referencia a la costumbre japonesa de
guardar en las almohadas, que eran de cerámica o de madera huecas, los diarios
íntimos. Nagiko -narradora y protagonista- va contando su proceso de
aprendizaje, proceso que se simboliza en el paso de ser soporte de escritura a
convertirse ella misma en "pincel"; y que tiene, como etapas
intermedias, el conocimiento del amor, de la muerte y de la venganza.)