Alter Ego

 


2024 02 25

 

Llevo leyendo todo el día, tras el divorcio provocado por una contestación, que se hacía esperar. Ella lo ha dejado claro. Era importante ese proceso… No para mí, lo tenía claro.

Ahora leo, por casualidad:

Hay arrepentimiento. Siempre hay arrepentimiento.

Pero es mejor que nuestras vidas se desanuden

como dos veleros llevados por el viento, húmedos de luz,

que parten del estuario con sus cursos ya fijados,

y separan las aguas, y se pierden a lo lejos.

De Philip Larkin en El barco del norte XXIV

wet with light, húmedos de luz… ¿Se referirá a las Lágrimas? Espero que no, porque sino no traduce el escenario de este día. Igual, si se refiere a la lluvia; concreta aún más, pues el día ha sido intermitentemente lluvioso.

He leído poco, para todas las horas que he echado delante del ordenador escogiendo, ojeando, abriendo y cerrando documentos…

No es que la inspiración me haya pillado trabajando, como decía Picasso. No es eso. Llevo pensando en reescribir “bien” las obras que tengo… Mi personaje principal es Stefan en dos, en la última, ni me acuerdo… Pero Zaratustra, como alter ego de un Nietzsche enfrentado a la vida (nihilista), me parece un fiel reflejo de lo que puedo aportar.

No me declaro nihilista, es muy escaso el término. No quiero parecer arrogante, no es eso. Quiero decir, que la duda cartesiana me invade también. Las Ideas de Platón y su Caverna. El idealismo, aún sin entender por mi parte, de Hegel. Cierta mística cristiana, cierto ateísmo posmoderno, demasiada occidentalidad…

Hay muchos yoes que quiero sacar en mi alter ego, que no se debe llamar Stefan, ¿o sí? Stefan viene de S. Zweig. Ya sabéis como acabó. Yo ya lo pasé, me exilié, me suicidé, resucité, y vivo tranquilo rodeado de gente que me quiere. Tengo un lugar al que volver, varios de hecho. La guerra es continua, eso viene de serie. La génesis no fue lucha, pero dentro de mi pacifismo aparente, mi ego encuentra trincheras desde donde pegar un tiro al que menos se lo espera.

Tengo la mirilla siempre alerta, sin más gatillo que un portátil barato cargado con un programa de texto que hace enmudecer la vida.

Me siento, como el francotirador, horas infinitas y espero el momento adecuado. Como hoy… Ahora que la luna aparece moribunda entre nubarrones, después de un día en que lo más reseñable han sido tres lavadoras tendidas; ahora que el Madrid empata en casa contra el Sevilla; me viene a la mente el escándalo de leer a Nietzsche, y acercarlo a mi vida, y en textos hospedados entre la realidad y la utopía; mostrar mi escenario.

Ese bunker con el rifle en la mano, esa trinchera que me esconde, ese campo de batalla que es la vida más allá de la puerta del salón frío que me acoge. Hacer la comida me resulta extraño, signo de debilidad. Limpiar algo que no es mío. Planchar cuando mi cuerpo es percha suficiente…

Lo daré una vuelta mañana, ahora estoy cansado y no quiero forzar… La idea es esa, crear un alter ego en el que me reconozca por completo, e ir ocultándolo según escribo…

Venga, hasta luego

 

 

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