Atomismo: la nube cósmica
2024 02 23
Leyendo sobre la concepción
atomista del mundo, por parte de la filosofía; me ha venido a la mente mi
madre.
Dice
el libro que el atomismo es fuerte en la filosofía moral. “Obsérvese el
kantismo, el contractualismo, el liberalismo y el egoísmo: todos ellos
comienzan con la ficción del individuo libre, aislado y autosuficiente.”
Me
lleva al concepto de la vida de mi madre. Apenas una generación, y la filosofía
moral se ha ido al traste.
“En
el pensamiento ético de Kant hay una relación compleja que no es tan evidente a
lo largo de sus escritos; hablamos del vínculo que existe entre la racionalidad
de una acción y la moral. De acuerdo con el filósofo la racionalidad descansa
en requisitos evaluativos de carácter moral. Expresado de otra forma: cuando un
agente no actúa moralmente, no podemos afirmar que se trate de un agente que
actúa de manera completamente racional.”
“El
liberalismo es una filosofía moral y política que se basa en la libertad como
no violencia, agresión o coacción. No obliga a ayudar a nadie; es
individualista y universalista, no distingue entre grupos ni exige lealtad ni
obediencia a ninguna autoridad; no se ocupa de temas relacionados con la pureza
o la divinidad.”
“El
egoísmo moral o ético es una doctrina ética que afirma que la única forma moral
de obrar es en nuestro propio interés. Incluso cuando ayudamos a otras
personas, debemos hacerlo para obtener algún beneficio o ganancia. Se le da un
valor fundamental al individuo. Cada persona debe velar por su propio bien.”
Cuando
le explique a mi madre que leyendo a Mario Bunge me he acordado de sus
lecciones… Ayer, hablando por teléfono, sacándome a colación un entrevistado de
“El Hormiguero”, me habló de la educación, de que esa era la mejor manera de
andar por el mundo. Callar ante el necio, escuchar y silenciar el conflicto.
Cuando
me sacó el programa de televisión, yo le dije que a fascistas no escucho… Ella
no me entendió, y prosiguió su relato, su enseñanza. Como las palabras eran del
entrevistado, un escritor octogenario; la escuché con atención. Eduardo Mendoza
habló de la educación como talento para abrirse camino (esto son palabras mías,
no pienso escuchar la entrevista).
Volviendo
al cambio generacional, y al cambio de prisma filosófico-moral de éstas; tengo
que decir que hoy NO basta. Cosa que me entristece.
Se
ha implantado una lógica demasiado acostumbrada a alzar la voz por la mañana,
para esconder la mentira por la tarde, y dormir a pierna suelta por la noche,
sin ninguna consecuencia.
La
dialéctica se ha convertido en campo de batalla sin drones, las guerras se
solapan con incendios provocados (y no me refiero al de ayer de Valencia, espero
que no sea así) en pasillos infectados de obras de arte para iletrados de la
imaginación y de la interpretación.
Porque
ser educado hoy, es interpretar un papel, no tiene nada que ver con el verbo
ser, sino con el verbo parecer, ocultar, aparentar, representar, figurar…
Mi
hermana siempre ha querido ser actriz. Yo lo fui en mi época escolar. Mi prima
lo tiene como actividad extraescolar.
Pero
yo, a parte de ser pensador iletrado, soy jugador de baloncesto, gente de
equipo… Y no valen las caretas, ni las apariencias. Sino empujas la canasta al
final del entrenamiento para recogerla, no eres buen compañero. Sino pasas la
pelota, si eres egoísta, nadie va a querer jugar contigo.
La
educación me trae pesadillas. Ya lo he escrito antes. Fingir no es mi estilo.
Por supuesto que alguna vez, con los nervios, actúo de maneras que no me
corresponden, pero sin dejarme llevar.
No
estoy diciendo que sea un santo. Soy un humano que piensa que dejamos atrás
cosas buenas, y las cambiamos por obscenidades, y le repercute para mal, por
haber sido BIEN enseñado.
Lo
que más me jode es que lo hacemos desde la admiración a unos ejemplos malos. Desde
políticos, hasta figuras del deporte, pasando por policías corruptos y
funcionarios desencantados con su trabajo.
La
revolución la hacen los acomodados, las leyes se retocan para los ya
empoderados, la emancipación justifica el neoliberalismo de mercados no
controlados y la agresión. Cuando el mundo es más globalizado que nunca, la
individualidad se exalta, es tendencia.
Pero
tengo que seguir leyendo. Leer este tipo de libros me cuesta. No por su
contenido difícil. Leo diez y cuento dos. Un parchís que me ensancha el tiempo
otorgado a sus páginas.
¡Sin
horror! No pasa nada. Disfruto de recapitular enseñanzas con una visión propio.
Lo cual no me lleva a una individualidad endiablada, más bien, a una dialéctica
egocéntrica, a un diálogo que busca sus propias contradicciones para dar
respuesta a, en este caso; una enseñanza bellísima de mi madre, por teléfono,
sin ton ni son, a capela…
Como
sólo lo hace ella, sin darse importancia.
Seguiré
con el Mecanismo: el reloj cósmico. Aunque el atomismo da para mucho más. El
espacio entre la materia, que se dice en este libro; superado. Está muy lejos
de mi pensamiento. No creo que sepamos nada, venga algo sí; pero no lo
suficiente como para explorar el cielo y buscar otro planeta, asteroide o
satélite que calcinar.
Como
para quedarme callado delante de mi musa mientras se atusa la melena
despreocupada. La poesía es sólo una excusa, un buen polvo seguro que me
acallaba todos mis pensamientos filosóficos… Pero no me quiero dar a la bebida,
prefiero escribir sobrio.