Torre de Babel contra el Sacralismo
2024 02 23
Avanzando a penas dos páginas, he
hallado mi respuesta. Sacralismo: el templo cósmico. Dice así: “Sólo
es posible comprender y controlar (eficazmente el mundo a nuestro alrededor)
tomando como base una cosmología secular. Esto es así porque se supone que los
dioses son inescrutables e indomeñables (aunque quizás sean sobornables)”
Al final del párrafo encuentro la
respuesta.
“El sacralismo
(…) nos ciega y a la vez ata nuestras manos”
Mi mente se acerca a la Caverna de
Platón, se diluye en el dios cartesiano, se entretiene en la física teórica que
se reduce a inventar teorías formuladas en lenguajes matemáticos y ponerlas a
prueba en la experiencia, real o adulterada…
Todo se inflama, todo lo que
conviene.
Pocos te dicen que la transición
ecológica trastoca la esperanza del Tercer Mundo. Ningún periódico te recuerda
que Henry Ford apoyó económicamente a los nazis. Que Skoda fue la marca que fabricó
sus tanques.
Lo que conviene a una minoría, lo
anuncian globalizador.
Nos ciegan y nos atan, que decía
Bunge en su libro.
Ser musulmán es malo, ser comunista
es ser terrorista, las farmacéuticas salvan vidas, ir a un psicólogo debe estar
bien visto… Te venden la moto del reciclaje, abriendo más y más fábricas.
Somos creyentes, el ser humano,
digno de estudio; es creyente por naturaleza. Necesita de imágenes a las que
venerar. Los musulmanes no, ellos se encienden a su manera.
Somos intolerantes hasta que el
fuego quema, la tierra se retuerce, el agua se enfurece, o el viento sopla
sobremanera… Entonces ¿estaban equivocados los griegos antiguos que decían que
todo estaba hecho de cuatro elementos?
Igual si nos hubiésemos quedado en
eso, ¿seríamos más humanos? El conocimiento nos ha dado regalos indescriptibles,
pero el conocimiento ahora no es humanista; por seguir con términos
filosóficos.
El conocimiento se sirve del
humano, sacralizando “objetos materiales”, manufacturados. Desde pastillas
milagrosas para dormir, follar, sonreír; hasta coches que no te llevan al lugar
de trabajo, te hacen sentir que eres poderoso, guapo, elegante, ecologista,
torero y navegante…
La medicina, ciencia humanista por
antonomasia, se ha sacralizado en la farmacia… Allí está su altar.
La moral, desde donde la virtud te
puede llevar a la felicidad (¿definición de filosofía?), se ha convertido en
CEO, en master MBA, en marketing con un guion que te hace llegar al cielo, con
tus putos pies en el supermercado gourmet de turno. ¡Es la hostia bendita! Su
sangre y su carne, para el que tenga el poder adquisitivo suficiente como para
poder recibirla (la hostia).
Creo que me voy a acostar.
El encuentro con la verdad es
sofocante. Aturde, cansa, violenta…
Algo totalmente humano, por otra
parte. La frustración es un sentimiento que antes sólo se alcanzaba en el
limbo, lo otro o era pecado e infierno, o cielo y paraíso.
Vuelvo a lo mismo. El bipartidismo
es nocivo. La torre de Babel fue una metáfora extraordinaria que se puede
llevar a nuestros días. Eso era pecado, pero era la realidad, se dejó inacabada.
No quieren la diversidad, no
quieren al ser humano en libertad… ¿Por querer llegar al lado de dios?
Saben que, si nos unimos con
diferentes lenguas, credos, bautismos… su Olimpo se desmorona. Es decir, ese 1%
que todo lo domina, nos quiere seres individuales, no quiere comunidades que
alcancen con su compartido esfuerzo “su Olimpo”. Temen la colectividad, crean
el conflicto para ello…
Bueno, que me quiero acostar. El
problema está resuelto, la solución, para acrecentar mi frustración; improbable
y lejana, quizás imposible.
Yo la sé, muchos la saben. Es tan
fácil como unirse y construir otra Torre de Babel, cueste lo que cueste.
Me voy a ver anime, la realidad no
la aguanto.