Hogar y refugio
2024 03 26
Las circunstancias son distintas. El frío quebranta
los colmillos y la naturaleza más cruda y espléndida me envuelve. Un soneto
suena a hoguera que calienta las falanges, una caricia es además sonrisa,
esperanza, ánimo para seguir pasando frío.
Las paredes se caen, pero nos empeñamos en que no
decaiga el ímpetu de sobrevivir lejos del asfalto.
Sintonizamos el HD, solucionamos con hormigón
armado las grietas del tiempo, la biblioteca se empeña en florecer, las
campanas hacen caminar al ciudadano medio, jubilado.
La sonrisa campea en los aldeanos en el encuentro
fortuito. Un descanse en paz acompaña a una anécdota otoñal, que sin querer nos
dibuja en el semblante un amor ingenuo, pacífico, primaveral…
Todo se tiñe de verde en el secano cuando uno
vuelve.
Las letras de Zizek no calan. El poshumanismo es
una distopía dibujada por guionistas de Hollywood. Delibes cala, y con él, cada
vecino; nos hacemos cazadores de Félix Rodríguez de la Fuente. Jugamos a los
bolos “ribereños” sin que nos duela el lomo al agacharnos a por los chirimbolos.
…
Las circunstancias son distintas. Un grupo de
mujeres sentadas es el refugio que uno necesita. Las anécdotas vienen dadas por
los amigos ateos-ignorantes de los monaguillos. Las risas no se silencian por
el qué dirán, la cerveza quita el frío. Los pesares de la vida son bálsamo para
una conversación llena de vida.
Esperando a que el sol amanezca, junto al
infiernillo, redacto esta antología de besos, abrazos y responsos que hacen que
me sienta orgulloso de mis padres zamoranos.
Pronto el sol congelará mis falanges, que intentaré
calentar abrazando la azada y el rastrillo. Pronto resonará el campanario,
abrirá la panadería y el único bar. La vida y su relato natural de un martes
santo volverán a brillar en una aldea de Zamora, Villamayor de Campos. Una
aldea que es hogar, que es refugio. Cálido y perenne.