75 aniversario

 


2024 04 11

 

Transcurridos los primeros años de vida, se dio cuenta de la verdad. En su 75 aniversario sonrió a la muerte, porque la vida puede con todo.

Le pidió a su hijo una foto de su marido jugando con la prima, bajó a comprar un marco completamente blanco, luminoso. Ya había elegido el lugar donde ponerlo. La antigua habitación de su hijo, ahora reconvertida en salita. La presidía un pequeño mueble. Allí la pondría.

Mientras hablaba con sus hijos de la naturalidad de aquella foto, sacada a la entrada de la iglesia donde su sobrina se casó hace ya ocho años, Guiliana no dejó de sonreír, a pesar de la reciente ausencia de su marido.

Aquel día habían hablado también de lo preciosos que eran los zapatos que eligió su hija para aquella boda, y que desde entonces no se había vuelto a poner.

Aquella mañana de abril, se vistió de gala para bajar a comprar dos kilos de naranjas, la costó un poco más subir los tres pisos de escaleras hasta su casa, pero no dejó de sonreír. Más si cabe, al guardarlos en la caja donde les guardaba con cariño.

Nadie la vio. Digo nadie como si la dependienta, el basurero y el haragán del primero no se hubieran cruzado con ella. Pero ya me entendéis. Nadie importante para ella.

Aquel día soleado y frío, alcanzando los 75 años de edad, se dio cuenta de que su vida había merecido la pena.

Al volverse a vestir como habitualmente lo hacía, con las zapatillas que la había escogido su hija; revisó el móvil, antes de llamar por el fijo a su prima para bajar a por las compras del día.

Los dos la mandaban besos por el whatsapp. No contestó, los dos andaban trabajando, seguro que la llamarían o la visitarían cuando terminaran sus obligaciones.

Al ver a su prima de 80 años, acompañada de su nieta de 7 años, Guiliana sucumbió.

-        ¡Madre mía que cosa más guapa! – dijo al ver a Alba sonriente.

-        ¡Hoy no tengo cole, me quedo con la abu todo el día! – dijo la niña.

-        ¿Puedo quedarme un rato con vosotras?

-        Si quieres te llevo también de la mano, como a abu.

-        ¡Gracias, cariño!

-        ¿Por qué lloras? – dijo la niña al verla asomar dos finas lágrimas de sus ojos.

-        ¡Nada cariño! Es que estás tan guapa, que deslumbras como el sol, y mis ojos lloran de alegría.

-        ¡Es su cumple, Alba! ¡Felicítala!

 

 

 

 

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