El uróboros
2024 04 01
Voy a seguir siendo el que menos cobra de la
familia. Para superar ese requisito, va a salir de mi cuerpo. Del físico, del
material; la materia gris aquí no sirve de mucho. A pesar de mis esfuerzos, no
va a ser posible mejorar.
Por supuesto, tengo la opción de seguir estudiando,
si me es posible por el horario laboral. Hasta después de verano no salen los
nuevos cursos presenciales para los trabajadores. Tengo dos opciones, dedicarme
a leer mis cosillas, o buscar cursos adicionales para seguir mejorando y algún
día; trabajar sentado.
El título del libro que ando leyendo me viene al
pelo: Incontinencia del vacío.
Vuelvo a empezar de cero, donde yo, un yo barrado;
se encuentra cruelmente debilitado por el paso de los años… y teme la revisión médica
de mañana…
No es que tenga incontinencia urinaria, que igual
me viene en cuatro días. Es más bien que me enfrento al vacío (= vida, =mundo
laboral, =desenfreno neoliberal) con menos garantías, por lo tanto, lo de
descontrolarme puede ser más fácil; casi, sería lo más normal.
A mis condiciones precarias de vida, debo unir la
edad. Las fuerzas se limitan de manera considerable. No te pesan los fines de
semana, te pesa la semana; y eso a una mente enturbiada como la mía, le afecta
en demasía.
Me estoy poniendo en lo más crudo, porque puede ser
peor.
Aunque, por una parte, he conseguido trabajo según
mis planes (nada más terminar el curso que he realizado del SEPE, con prácticas
en empresa); por otro lado, no he subido de nivel salarial, y lo que es más
importante, de “comodidad” proletaria. Mi trabajo sigue basándose en el físico,
sin que pueda poner en valor mis, por otro lado; escasos conocimientos de mantenimiento
mecánico y eléctrico, que he adquirido en dicho curso.
Pero no valen las excusas, es lo que hay. Sin
buscar, he encontrado labor.
También tengo otra alternativa. Cuidarme físicamente,
después de 47 años. Esa es una alternativa que no se ha dado nunca, a pesar de estar
vinculado al deporte durante muchos años.
El deporte (senior) y la salud no van de la mano;
aunque es verdad que podría ser peor. Pero en mi caso es malo, multiplicado por
dos (siendo generosos). Fumo y hago deporte. Mis trabajos han sido
mayoritariamente físicos… Las consecuencias son escaso colágeno, apariencia
razonable (que invita al trabajo físico), cansancio extra por el vicio del
deporte, venas colapsadas por El Vicio, datos sanguíneos correctos, tolerancia
al dolor alta, precariedad económica por El Vicio, alto grado de ansiedad, más
deporte para solucionarlo…
El uróboros que se muerde la cola. En este caso la regeneración
de la naturaleza, como podéis observar; la mata, siendo positivos, la mina de
obstáculos y hace angustioso el mordisco de su propia cola.
Pero vamos a ser positivos, esto sólo es el
desahogo para que todo siga su curso y mejore. Tengo una madre a la que vencer.
Su pensión de viudedad es mi objetivo. ¡Triste! Como mi legado, como mi Instagram
en los últimos años… Desde que empecé a cojear, desde que mi parte izquierda
empezó a fallar… ¿Por qué? Por todos mis excesos (a diario, no sólo el fin de
semana; que también).
Igual tengo que crear el manuscrito definitivo,
dejarme de tanta verga, y escribir la historia de vuestras vidas, antes
de que se vaya al carajo Netflix; y así me compre la historia para hacer una
versión seriada de mi libro…
Al estilo de Los tres cuerpos en su
versión china, lo de Netflix creo que no le llega a la altura de los zapatos al
texto de Liu Cixin… No lo voy a comprobar.
…
Perdón por todo esto, dicen que la escritura sana
en algunos momentos.
Tengo la capacidad de olvidar lo escrito en un
breve lapso. Tengo la extraña manía de olvidar los versos que escribo ipso facto.
Lo malo es que cuando quiero hacerlo, pasa lo
contrario. Quizás toda esta parrafada venga por los textos que leo (no voy a
renunciar a ellos). Quizás sólo sea un epitafio, mi epitafio. Esperemos que no,
tengo una madre y una hermana a las que hacer reír durante unos años más; ya
han llorado por mi culpa demasiado.
Venga, un abrazo.