Una jornada desoladora

1997 12 26 Una jornada desoladora descarté para siempre los encantos que otra, encontré fastuosos. Quizás fue el horror que me encaminó a tal precipicio, el que hoy suplanto por los ojos vistos tras el cristal de una copa de vino. Sólo recuerdo tinieblas, aquel día en el que la inmensidad se diluyó, tras una pequeña nube negra; la cual no me dejó ver una micra de tu abismal belleza, de esa sonrisa, que hoy, vuelve a ser radiante y suplanta al sol y a las estrellas. ¿Cómo puede ocurrir esto? Todavía hoy no lo comprendo sólo puedo describir que lo siento. Sólo el tiempo podrá decidir si es cierto lo que hoy presiento.