Di algo Safo

¡Oh, tú en cien tronos Afrodita reina, Hija de Zeus, inmortal, dolosa: No me acongojes con pesar y sexo Ruégote, Cipria! Antes acude como en otros días, Mi voz oyendo y mi encendido ruego; Por mi dejaste la del padre Zeus Alta morada. El áureo carro que veloces llevan Lindos gorriones, sacudiendo el ala, Al negro suelo, desde el éter puro Raudo bajaba. Y tú ¡Oh, dichosa! en tu inmortal semblante Te sonreías: ¿Para qué me llamas? ¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces hora? —me preguntabas— ¿Arde de nuevo el corazón inquieto? ¿A quién pretendes enredar en suave Lazo de amores? ¿Quién tu red evita, Mísera Safo? Que si te huye, tornará a tus brazos, Y más propicio ofreceráte dones, Y cuando esquives el ardiente beso, Querrá besarte. Ven, pues, ¡Oh diosa! y mis anhelos cumple, Liberta el alma de su dura pena; Cual protectora, en la batalla lidia Siempre a mi lado. Ποικιλόθρον᾽ ὰθάνατ᾽ ᾽Αφρόδιτα, παῖ Δίος, δολόπλοκε, λίσσομαί σε μή μ᾽ ἄσαισι ...